La Estética del Burdel

Los burdeles chilenos de finales del siglo XIX y principios del XX, tenían una fuerte composición de elementos en base a influencias a las estética francesa y, pese a que los críticos más conservadores no quieran reconocerlo, también estaban constituidos por elementos más locales, debido a su vinculación con las fondas y chinganas de los barrios más marginales de Santiago. Hoy es más difícil hacernos una idea de cómo eran estos burdeles, pues en la actualidad las casas de prostitución son camufladas como centros de masaje o cabarets, desapareciendo así todo el factor glamoroso y pintoresco, sin embargo hay ciertos elementos que aún perduran como veremos a continuación. 

Elementos característicos del burdel chileno (finales del XIX- principios del XX)

La casona antigua
La estética de los burdeles provenía de grandes ciudades en el tiempo del lujoso auge modernista francés, por ello las casonas acá en Chile eran, aunque no siempre lujosas, sí amplias y cómodas, de esta manera ostentaban varios elementos de decoración, muebles, un salón principal, el piano, la pista de baile, las habitaciones, etc. De esta manera además, la regenta le subía el perfil al burdel. Muchas de estas casas ya no se ocupan con la misma función, pero son parte de la cultura criolla y mantienen en cierta forma su legado en los barrios tradicionales de Santiago más connotados de la época. 


La luz roja
Debido al afrancesamiento de los burdeles chilenos a principios del siglo XX, se adoptó la tradición de poner una luz roja en la entrada, dando cuenta de la naturaleza del lugar señalado. Esto facilitó, además, algunos actos de fiscalización por parte de las autoridades. Actualmente muchos prostíbulos mantienen esta costumbre, a pesar de no contar con las características de los burdeles de aquellos tiempos. Se estima que este hábito viene de las luminarias del antiguo cabaret francés Moulin Rouge, traducido al español: Molino rojo. 


El piano y la figura de “El pianista maricón”
El piano era tal vez la inversión más costosa del burdel. En él se tocaban desde cuecas hasta tangos, pasando por boleros, valses y milongas. Constituía una de las mayores entretenciones, pues el baile y la fiesta se ejecutaban al compás de este instrumento. Además surgía la figura del pianista maricón: habitualmente quien era contratado para tocar el piano era homosexual, para no tener enredos ni encontrones con “las niñas de la casa”. Así la regenta se aseguraba que no se distorsionara la función de quien estaba a cargo del alma de la fiesta. El pianista por lo general era muy querido y conocido. 

El bar
El bar era el lugar donde los clientes saciaban sus amoríos furtivos y la jornada de baile, además representaba la otra opción para quienes se habían decidido por no bailar. Por lo general se vendían licores y vinos baratos, se pedía la cuenta una vez habiendo bebido los clientes, cuando las “niñas” les cobraban junto al servicio, o en ocasiones era por separado. 







La ponchera
Un elemento importante del bar era la ponchera, ubicado al centro del salón principal, que contenía vino blanco con trocitos de duraznos. Aún hoy es utilizada la palabra “ponchera” para referirse a las barrigas, por la analogía con la forma de esta fuente de cristal.  







La vitrola
Cuando el piano no podía cumplir la función de encender los ánimos para los bailes de la fiesta, la vitrola se encargaba de entretener a los clientes con un voluminoso repertorio de boleros, cumbias y mamabos. 






Los espejos de muro o tocador
Grandes espejos eran colocados en toda la casona: de pedestal, trípode o pegados en la muralla. El tocador daba la posibilidad tanto a los clientes como a las "niñas" de arreglarse para lucir de mejor manera. Los había de buena y mala calidad, lo que ilustraba el estatus de las casonas, de todas maneras siempre ubicaban los mejores en la entrada los de mayor valor y belleza. Allí los clientes se arreglaban la corbata antes de entrar.

El gato
Era el animal doméstico querido y regaloneado por las "niñas" del burdel. Haciéndoles compañía a todas horas, durmiendo cómodamente en sus camas y hasta acariciado por la regenta. Quien le hiciera daño se ganaba el odio de las niñas de la casona. 





Floreros y jarros











Flores y ramilletes
Dispuestas por las regentas u obsequios de los clientes para las "niñas", las flores constituían el adorno por doquier en la casa, dando el aspecto de que las mujeres que habitaban las casonas eran ninfas. Las había naturales y de papel, su facilidad para llevarlas se debe, en buena parte,a que había muchas pérgolas cerca de los burdeles. De estilo ornamental francés e inglés, eran adquiridos con gran sacrificio en los puntos de venta más lujosos del mercado, aunque muchas veces eran obsequios de los clientes más frecuentes. Los jarros y floreros sostenían las flores que los clientes les llevaban a "las niñas", sino ocupaban una función meramente decorativa. 

Los grandes armarios
Una casa ocupada por muchas mujeres supone una gran cantidad de armarios, para guardar sus vestimentas. Los burdeles no sólo tenían en las habitaciones, sino también en pasillos y patios. Cuentos populares registran que muchas veces servían para esconderse de clientes demasiado insistentes o esposas celosas. 





El amuleto del chanchito
El oficio del burdel hacía que las mujeres tomaran las precauciones del caso, siendo bastante susceptibles a tener cierto grado de superstición. Un amuleto común en estas casonas era un chanchito hecho con un limón y palitos de fósforos.Se le hacía un orificio al limón y allí se ponía un cigarrillo o incienso. Si al prender el cigarrillo éste se consumía completamente quería decir que la fortuna o buena suerte acudiría al hogar; si por el contrario, quedaba a la mitad debían cuidarse de alguna desgracia. 

La planta de ruda
Conocida como ruta graveolens, la ruda se onía a secar en las entradas de los burdeles, pues se tenía la creencia de que espantaba los maleficios y servía para atraer la buena suerte, hechos muy necesarios en estas casas donde la "envidia" y los malos deseos a las prostitutas eran bastante hostiles. Por sus contraindicaciones para el embarazo se piensa que también la utilizaban para realizar abortos cuando quedaban "preñadas" de algún cliente. 



Los retratos viejos
Era común ver en los pasillos y dormitorios de los burdeles retratos viejos que correspondían a la familia de las niñas, o bien retratos de la regenta que esta mandaba a colocar. La fotografía ya había llegado a Chile, y se le daba una utilidad más doméstica que correspondía a estos retratos amarillentos que ocupaban la casona. 


 Los sillones y sillas clásicas
En las casonas había muebles de estilo francés, algunos más baratos y otro bastante lujosos, sin embargo los más accesibles y por ello los que nunca faltaban, eran los sofás y sillones. Por lo general la calidad de éstos reflejaba la calidad del servicio y de la belleza de las "niñas".



Agradecimientos a http://urbatorium.blogspot.com/ (1°Lugar Concurso: El Mejor Contenido Local en el Bicentenario).

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